¿Chatbots a mí?¡A mí los chatbots!

Luego escuché que vendrían los chatbots a robarnos el oficio a los escritores. Lo decían para meternos miedo y pagarnos así menos. Yo me decía … no debo temer… y repasaba la lista de mis clientes: negro para discursos de política regional fuera cual fuese su aproximación, instructor en proyectos de innovación en digital augmentation (este concepto se me había ocurrido a mí solito) y director de un curso con cierto de éxito en técnicas de trasleading-marketing para Latam. Y me hicieron una presentación: allí un tipo generaba en segundos un avatar con un contenido cautivador. Y sus palabras, ¡Dios mío! Me recordaban bastante a las de un capítulo en uno de mis tutoriales, uno que hablaba de la originalidad de la producción intelectual, los muy cabritos se habían tomado en serio jo… Me explicaron que era como construir una sinfonía más de Mozart con no sé qué algoritmo, y eran las notas que ordenadas sonaban casi igual… aunque era todo bien distinto. Imposible detectar la copia. Pensé entonces en vender mi alma al diablo. Quizás ese chatbot me permitiera clonarme, centuplicarme, ¡ser yo donde ya no llegaba!, dar a mis días más de 100 horas para construir contenidos. ¿Cuántas páginas podría escribir aquello utilizando mi inspiración? El plan sería el siguiente: antes de que lo escritores fuesen relegados al anonimato, fuesen sometidos por el poder de las máquinas y finalmente apartados… yo quería dejar mi rastro o al menos cabalgar a lomos de aquellos horribles algoritmos sin alma. ¿No habíamos abandonado el plumín de ganso? Tolstoi utilizaba una Remington y dictaba sus obras para entregarlas a tiempo estando ya enfermo. Mis compañeros de oficio no usaban ya papel y furiosamente se intercambiaban borradores por correo electrónico. A uno de ellos se lo comenté, uno de gran éxito que no dejaba de firmar en la Feria del Libro y chapotear de tertulia en tertulia, por si quisiera participar en mi ideación ultradigitalizada. Se me justificó y esbozó algo sobre la calidad de su próxima obra. Me burlé y le dije que mi algoritmo podría escribir algo parecido a Guerra y Paz en una semana. Me sonrió con desprecio. Él me consideraba un fracasado. Un desesperado. Me dijo: ¿Cuánta gente se había leído una novela mía hasta entonces? ¿Cuántos me tomaban en serio?¡Y él era un hombre público! En eso tenía toda la razón. Yo siempre había vivido en penumbras. Susurrando ideas para los que las publicaban, los que se exhibían, los que lucían palmito y aparecían en las fotografías. Quizás me consideraban un fracasado porque odiaba aquel contubernio donde yo jugaba un papel accesorio. En la Edad Media los monjes no firmaban sus becerros al iluminarlos. El Lazarillo de Tormes es anónimo, y en realidad la originalidad no es sino una sucesión de malas copias mejoradas ¿Y no es el ego del escritor terrible? Y digo: Quien sea radicalmente diferente podrá enarbolar la cruzada contra los chatbots. Yo por el momento no les tengo miedo. Como quien teme a la calculadora o la Wikipedia.

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Juego de imitación

Si Turing hubiera vivido esta década habría abrazado la utopía de los bots que usan modelos masivos de lenguaje. Seguramente esta utopía le hubiera permitido hablar en libertad (íntima) con su bot y sobreponerse a las intransigencias de la aparente racionalidad humana, la dogmática de los supuestos valores humanos y sus buenas costumbres, que lo secuestraron y que finalmente precipitaron su drama y lo empujaron al suicidio. Dijo: “Si una máquina se comporta en todos los aspectos como inteligente, entonces debe ser inteligente” y fue premonitoria esta frase en 1947 cuando frente a miembros del National Physical Laboratory de Londres esgrimió este “Juego de imitación”, el que luego torcería el siglo XXI y sobre el que ahora debemos pararnos a reflexionar. Y aquí estamos. En aquella conferencia también argumentó sobre esta inteligencia digital, concluyó que debería ser ante todo una máquina que aprendiera, como hacen los niños. Y que su educador será muchas veces ignorante del funcionamiento interno de la propia máquina, si bien será responsable de predecir su comportamiento deseado, considerando ciertos aspectos de incertidumbre y la consiguiente evolución en los resultados del proceso. ¿No les suena muy parecido a la educación que quisiéramos entregar a nuestros hijos? A mí también misteriosamente me recuerda a lo que ahora llamamos reinforcement learning (RL) en IA.
Nos educamos por imitación de nuestras familias y sus comportamientos, recibimos conocimiento que nuestros maestros nos ayudan a organizar, a priorizar. Repetimos bastantes patrones sociales que muchas veces no somos capaces de cuestionarnos.
Las máquinas son máquinas, aunque ahora aprenden como lo hacen los humanos. Y en este juego de imitación desconocemos los límites, y nos asustan, muchos piensan que debiéramos detenerlas, someterlas a un escrutinio severo. Que son un riesgo en nuestra libertad. Yo digo, un poco a lo Turing, que mejor… exploremos. Porque fundamentalmente estas máquinas son el reflejo de lo que somos (y seremos) en este siglo XXI y de la condición humana… que no para de limitarnos (y sorprendernos). Es un simple juego de imitación. Ellas, las máquinas, serán tan buenas o tan malas como nosotros seamos.

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Diario de poeta #reencuentro


Con mis versos no busco más que reencontrarme a mí mismo.

Leopoldo María Panero

Lo práctico de ser poeta es que puedes ser incomprendido y temblar
en brazos imaginados.

Lo ideal de ser poeta es que vives una vida de locos:
bilocado en dos,
una cabeza que parece que actúa y la verdadera que te observa.

Lo doloroso de ser poeta es que la voz de tu corazón no cesa.
Solo hayas silencios si las sombras que acechan se despistan.

Lo moderno de ser poeta es que puedes trapear,
puedes sincerarte con la humanidad que no descansa.
Eres trino.

Lo ávido de ser poeta es que hay palabras que se cuelan y tajan el alma,
que despistan la muerte
y que abrazan.

Yo de niño soñé con ser poeta y desde entonces recuerdo
esa promesa conjugada en primavera.

Cuando remuevo el poso de las entrañas
me saltan las palabras,
son amantes-peremnes-que-me-vocean,

que son camada aparecida, el viático de los alucinados
el escurrido de algún ignoto despilfarro,

las palabras envueltas en papel de celofán,
esas palabras adiestradas para volar
y que marchan
en frágil-eterno regalo
que dirime.

Ese soy yo y mi diario de poeta.

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2021 #nuestrahora #felizaño

Imperfectos en casi todo, hasta en eso de morirse, nos llega el 2021 con rabia, con ansias de decirle basta ya al sufrimiento, con la suficiencia de doblar una esquina y respirar aires renovados. ¡Quiero ver caras nuevas! Y le estrujo al tiempo un puñetazo y me ato la camisa y dejo otro paso detrás mío.

No sabemos que será. Si será un amante a quien abrazar o será otro saco de sal, si el sol lucirá en nuestros cumpleaños o dormiremos por entonces varios metros bajo tierra, o si los hijos serán tan altos como pinos y lograrán sacarnos de procesión para celebrarlo. Nada está escrito aún.

El destino es invocado con despecho, orgullo y necesidad. Si lo tememos, seremos devorados. Si lo alabamos, nos tomarán por pusilánimes. Quisiéramos viajar lejos y escapar de su albur, pongamos, por ejemplo, a Marte, y preguntarnos por los que se fueron y revocar su angustia, y su recuerdo. Pero en Marte solo hay hielos y desiertos tan fríos…

Por eso vivimos en el aquí y en el ahora. Dejaremos nuestra mano impregnada en tiza como lo hicieron los que estuvieron en las cuevas del Paleolítico. Es la misma aventura. Antes de salir se juntaban y dibujaban, luego salían con las lanzas y cazaban los bisontes. Las mismas estrellas les observaban. Sombras de tiempo, claro, pero este es el nuestro, ¡nuestra hora! y toca estrujarla hasta los tuétanos.  

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La epifanía de la #vacuna

En los tiempos del fin de los tiempos, en el tiempo de las despedidas entre cristales de las residencias, en el tiempo countdown, aquel que nos hizo naufragar como sociedades, el que nos hizo mirar a los relojes atómicos y descubrir que nuestro fin no provendría tan solo de sus misiles, un tiempo tan asimétricamente paritario, el tiempo de las cacofonías de los pueblos que no se escuchan.

El tiempo de las colas del hambre, de las cifras que nos invitaban a no salir de casa, también el tiempo ese cuando los barquitos (por llamarlos así) cruzaban mares y la gente se moría a cien metros de las playas mientras los turistas tomaban daikiris y los saludaban. El tiempo de las ideologías y de los algoritmos, de los gobiernos conquistados por las agendas repletas de promesas que no dan de comer pero que ocupan el tiempo de las bocas.

Hay ideas que sirven de tijera, ideas que taladran el suelo y buscan petróleo, que construyen muros, que nos obligan a hablar en otros idiomas. Al virus le importaba un pito todo esto, porque su mecanismo de reloj tic-tac carece de una ética superior que le impida no más que perpetuarse, como si el leopardo hubiera de crear un Comité Ministerial para dilucidar cuál gacela sería sacrificada primero.

Las ideas del hombre mueven al mundo… pero otras muchas veces lo detienen en seco por codicia, egoísmo e incomprensión. Será cosa de las fronteras, de los trámites, del dinero, del bienestar que yo disfruto y que otros muchos miles de millones miran por la ventana.

En los tiempos del fin del tiempo llegará la vacuna del COVID aunque no de la deshumanización. No tenemos aún la vacuna de la impiedad y del desorden interesado, del odio que sigue fluyendo y transitando por las puertas de los países, del odio que desangra a nuestros hijos, y por esto nuestros científicos duermen desconsolados y nuestros doctores llenan las UCIs con su dolor.

Pero siempre un paso es un paso.

¡Larga vida a la vacuna del COVID! Y que no sea la única vacuna de nuestra epifanía.

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Todos los ríos van al mar, pero el mar no se desborda #COVID19 #Día21

¡Cómo florece la salvia!

Día 21 del gran experimento, de nuestro encierro familiar que ha dado pie al encierro global. Hoy ha tocado reunión de equipo. Nuestro presidente, Pallete, nos ha reunido, somos más de 14 mil personas conectadas en Workplace. Fascinante la cifra: casi el 95% de la compañía teletrabaja ahora globalmente. Hemos dado el gran salto a marchas forzadas. Siento que pensamos un poco más en formato colmena. Él dice “Somos una parte fundamental a la solución de la pandemia” y “nos toca reinventarnos”. Y no son meras palabras.


Porque junto al silencio del drama de los muertos, hoy han sido más de 900 en España, llega de seguro un escenario donde la parte emocional es importante; ayer asistí a un seminario que organizaba Ubbiquo  sobre Quantum Mindset, dirigido a todo el mundo hispanohablante, y aprendí que un aspecto importante es la actitud que tomemos. Está actitud orientada a alejar el miedo, evitar que nos paralice, una mentalidad orientada a que nuestra mente racional construya y dirija objetivos de prosperidad. Y que lo importante y la fuerza proviene de nuestro interior.
¿Qué nos depara el futuro? Nadie lo sabe, y justamente eso es, tenemos que aprender a vivir con estas incertidumbres a diario. Nuestro destino es niebla, que se difumina al acercarnos.


Las carestías materiales son justamente eso, solo carestías materiales. Es tiempo de prioridades, de saber que lo importante serán las personas.
Este es mi dicho de hoy: “Todos los ríos van al mar, pero el mar no se desborda”. Quiero decir con esto que todas nuestras voluntades serán la suma del nuevo mar infinito. Todos los ríos son necesarios, todos somos necesarios, algunos seremos chicos y breves, otros inmensos y llenos de meandros, pero cualesquiera que nos consideremos, el agua aportado, es todo él necesario para la vida.


Mirad la foto cada vez más florida de nuestro patio.

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Serán el objetivo que organice y mida lo mejor de nuestras energías y capacidades #COVID19 #Día16

Las flores se atisban ya en la salvia

Día 16. Los “Moonshot” son por definición desafíos que movilizan a todo un pueblo en pos de una gran misión. Lo hizo Kennedy en el Rice Stadium, en septiembre de 1962 y dijo algo así como “hemos elegido ir a la Luna como hacemos otras (grandes) cosas… no porque ellas sean fáciles sino difíciles, sino porque serán el objetivo que organice y mida lo mejor de nuestras energías y capacidades, porque este reto es uno que estamos obligados a aceptar, uno que no podemos postponer”.


En aquel momento imagino que muchos se hicieron preguntas y dudaron: ¿Era Kennedy un lerdo, un temerario, un alocado que arrojó a una de las mayores naciones, con toda su riqueza y capacidad tecnológica, a un sin sentido? ¿Era Kennedy un optimista mal informado que desconocía las últimas consecuencias de sus palabras?¿Un político torticero que jugaba con el dinero de otros?¿Era un manipulador de masas?


Las décadas y la historia han pasado y creo que todos estamos de acuerdo en la grandeza de la gesta. En sus beneficiosas consecuencias.
Hoy quiero escribir de “Moonshots”. Tenemos delante uno. Uno que moviliza todos nuestros recursos humanos, técnicos y económicos. Uno que cambiará la faz del planeta. Mira por donde no se trataba de un nuevo viaje, un salto a Marte o a las estrellas. Por el contrario, es un viaje hacia nuestro interior, el mayor confinamiento de la humanidad. Habremos entrado simios y espero que al salir, despertemos de esta hibernación para convivir en un Antropoceno renovado y más justo.


Tengo fe ciega. No ya por nuestros viejos líderes, que transitan su propia metamorfosis, que se pensaban que la sociedad precisaba de su mediocre relato como si no tuviéramos otra cosa que hacer. Tengo fe ciega. En la pequeña gente, aquella que es anónima pero que construye ladrillo a ladrillo los grandes sueños. La que tiene un marcado sentido de responsabilidad y da un paso firme, inclusive desde la reclusión de sus casas. Nuestras casas donde nos refugiamos, donde esperamos y desesperamos por la llamada de los que nos quieren. Nuestras casas, que las sentimos tan vacías si alguien falta.


Esta sociedad que despierta de un letargo de valores, esta sociedad egoísta, cruel e infiel ahora tiene por delante este “Moonshot”. Nuevos líderes se forjarán, su nuevo crisol y el acero fundido por el dolor de los que ahora sufren, del crujido de los goznes de la puerta que se abre. Ojalá sepan reconocer los tiempos, ojalá no desaprovechemos el desafío.

Nuestra civilización lleva dejando rastro escrito por 7.000 años. ¿será este una especie de renovado Diluvio donde dejemos fuera aquella sociedad insolidaria?¿Quién se ateve a ser el nuevo Noe y cómo construiremos una nueva Arca donde quepamos todos?

El tiempo lo dirá…, y mientras, acabemos con esta pandemia… y sigamos el camino.

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Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad #COVID19 Día13

La misión de nuestra nueva vida será…

Día 13. No sé por qué… pero he vuelto a escuchar “La Misión” de Ennio Morricone. Hace muchos años en un contexto un tanto dramático de adolescencia la di por perdida, se me escurrió del corazón. Cerré mi mente a estos sonidos, a esta historia. Y ahora vuelve, quizás por ese mismo heroísmo, esa épica y ese dolor de la Misión de la Amazonía. Ayer hablaba con una amiga que tenía a su marido en el hospital, afortunadamente se recupera, y me hablaba de estos tiempos donde vemos lo frágiles que somos. Somos afortunados en nuestros trabajos, tenemos una vida segura y con sentido, y de repente… nuestro espacio se desmorona. Otros con los que hablo me siguen preguntado sobre lo que aprenderemos de esta desgracia. Es cierto que es muy difícil. Ayer leía un libro superinteresante titulado “Moonshots” de Naveen Jain que nos presenta las grandes expectativas del espíritu humano a través de la tecnología. Trata de un mundo rodeado de abundancia, riqueza y audacia. ¡Cuánto contrasta con lo que estamos viviendo!


Y yo quiero aprender con este proverbio chino: “Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad.”


Sé que para muchos son justificaciones. Hoy solo tengo abrazos en la distancia para los que sufren.

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Nadie se baña dos veces en el mismo río, pues siempre es otro río y otra persona #COVID19 #Día11

Luce el sol

Día 11. Comenzamos la semana en un país recluido, uno que avanza con temor ante unas cifras disparadas de contagiados y de muertos y con la certeza de que a nuestro alrededor este virus nos está haciendo daño. Es un país herido y con familias que viven separadas o que no pueden ni despedirse. Existen continuas alusiones y llamamientos del colectivo común a la responsabilidad. Una responsabilidad que puebla nuestras calles, nuestras ciudades y nuestros territorios de silencio.

Hemos huido del mundo físico (los que podemos) y poblamos un nuevo cielo, uno digital, uno virtual. Ciertamente muy pronto volveremos, y seguramente ya no seremos los mismos. Por los que se van… y porque los que permanezcan, esperemos lo hagan con el respeto al nuevo curso de los acontecimientos.


El proverbio chino dice: “Nadie se baña dos veces en el mismo río, pues siempre es otro río y otra persona.


Por un deber de cordura personal haré el siguiente ejercicio: ¿En qué puedo ayudar en estos momentos?¿Qué puedo hacer para ser mejor persona?¿Qué puedo llevarme en la mochila para cuanto todo esto pase… pueda pensar… que algo de este drama, por mínimo que sea, mereció la pena?¿Qué estamos aprendiendo?


Hoy luce el sol. Será por algo.

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Cuando tres marchan juntos tiene que haber uno que mande #COVID19 #dia5

¿Cuánto de eficaces podemos ser?

Día 5. Volvemos a la jornada laboral en un sádico ritornelo, ya no en modo prueba, sino bajo el augur de que es lo único que tendremos por semanas y… que nos dure. No tenemos bajas aparentes en los equipos, nos preguntamos por cada una de nuestras familias y todos respondemos con cierta pausa y con la voz emocionada.


Por suerte la actividad se acelera. Hoy he conseguido mantener dos sesiones de Teams simultáneas… ¡os lo prometo! Eso sí, no me enteré de mucho en una de ellas. Creo que tengo dos opciones, o centrarme bien en una sola y abandonar estos experimentos…o tal vez dar rienda suelta y dedicarme a probar con la Tablet también ¡y dar el salto magistral a 3 conferencias a un mismo tiempo!¡y por qué no con el televisor del salón y usar el Chromecast!¡serían 4 a la vez! Todo sea por una sonrisa de mis compañeros que empiezan a verme por todos los lados.


He leído esta mañana este artículo en el Washington Post donde se nos explica las ventajas del aislamiento social para reducir la curva de contagios. Muy interesante… salvo que me encantaría saber en que momento del proceso nos encontramos. ¿Cuánto falta para el final?…¿Cómo?…”Pero si ni siquiera hemos comenzado” debería responderme… ¡Paciencia! Luego subo la cabeza y veo a mi hijo, que me sonríe con la tremenda ilusión de tener a su padre en la habitación contigua todo el día…Y quiere que le ayude en un ejercicio de análisis sintáctico… estos son los momentos maravillosos de la reclusión…


Y ahora viene el tema del proverbio chino de este día: ”Cuando tres marchan juntos tiene que haber uno que mande”. A esto se le llama mando único, control, organización. Es lo que necesita nuestra sociedad, unidad de acción y criterio. ¿Pero nuestros gobernantes estarán a la altura? Yo espero que para comenzar, igual que media sociedad ha subido a la nube… sean ellos capaces de usar estas tecnologías y de construir un gobierno virtual, uno que por robusto pueda salvaguardar así nuestros intereses ciudadanos con indiferencia de la ubicación física… y que gracias a lo liviano y a lo ágil puedan tomar las decisiones correctas. Necesitamos gobiernos del siglo XXI, gobiernos lean. No tenemos tiempo, hay muchas vidas en juego.
Y mañana más.

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