La promesa

El día que te besé supe que nunca nos separaríamos
no cabría océano
ni cielo ni destino

ni desdicha o tiempo
capaz de irrumpir
y desmembrar nuestro abrazo;

no sería la la lluvia que nos golpease aquella tarde,
ni la distancia
ni las horas descontadas por llegar y la furia del sin-vivir;

no sería la indescifrable misión de nuestras vidas
sus millones de palabras escritas y lanzadas al aire
aquellas que fueron amantes de viejas guerras
al escribirse cartas
y conjurar con ellas su amor pétreo;

nada yo descontaría de aquella promesa
¡nada!,
ni un latido,
ni un murmullo, ni un hálito.

El día que te besé supe que jamás nos separaríamos.

The Promise by Michael Nyman (BSO The Piano)
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Santuario #alos48años

Tengo la tentación de quedarme por siempre a vivir en mi Santuario. Es un pequeño jardín con césped y otras plantas, silencioso y rodeado de muretes que impiden que nadie me moleste. Es un hermoso microcosmos, el tomillo y el orégano crecen en las lindes; alguna avispa me observa, los mirlos saltan y las hormigas incansables desfilan y muestran un tiempo que se destila lento y que tan solo se descubre por la sombra, cuando se desvanece al llegar el medio día y se hace preciso hacer una pausa antes de retornar al jardín más tarde, otra vez fresco, al atardecer.


Hoy cumpliré 48 años y cien años más cumpliría y mi curiosidad febril por lo que sucede fuera seguirá intacta. Ojos y corazón grandes. A bocados sueño e imagino un mundo que vibra bajo las teclas del ordenador, y mi mente viaja e interroga nuestra realidad.
Amo mi vida y este Santuario es mi escudo y mi espacio para organizar mi tiempo.


Fuera el calor brama, las multitudes muerden y la humanidad se deshumaniza o no, siempre por momento avanza o retrocede. Me encanta observar desde esta atalaya, el otero de mi lechuza, el apartado linde del camino, umbrío y hospitalario.


Hoy soy más fuerte aunque los años sumen. Lo llaman sabiduría, yo lo llamo emoción por ver abrirse las puertas y descubrir una realidad infinita, comprender lo muy pequeño y lo inasible por enorme, todo, todo interconectado, y participar de la fantasía de la vida que fluye, del instante perecedero que día a día y del que por momentos se nos escurre.


Así vivo.

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Camino #morethings

…There are more things in heaven and earth…

Shakespeare

El camino de mi destino contiene apartamentos
sin ventanas,
apartadas y gloriosas cárcavas con desfiladeros

dibujadas de cartulina,
hileras de hormigas que se masturban.

Y las banderas que hondean ufanos reinos de rey analfabeto
¡llega el tiempo…!, me gritan,
y la metamorfosis corrige mis muslos
los hace de sal y de piedra,

Diana atraviesa con su flecha mi corazón de cenizas:
Soy cazado y pasto del tiempo,
mis huesos arrojados
al olvido de los
Hombres.

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¡Tan primaverales!

Hay amores tan primaverales
que no cabrían en señal de tráfico alguna
no se referencian en los supermercados
ni sobreviven una larga cola de médico.

Lo son, porque
no hay vehículo que los detenga,
estantería que los almacene
o cirujano que nos precipite con su diagnóstico,

no son titular de pandemia
ni hay mal que los destruya
ni registro de arqueólogo
que los restituya del pasado sumergido,

son amores de luna lúcida
la misma a la que señalan los licántropos
la misma a la que maúllan los gatos encelados
mientras cabalgan en vespa y se cepillan
a doncellas encrespadas
a caballeros sudorosos,

son amores de primavera que se pegan a las sábanas
y nos impiden mirar el suelo,

porque lo son al admirar este firmamento sin arrepentirse,
al arrancar la clave del arco que nos sostiene

y nos dieron la vida,
como esa primera piedra que conformó la bóveda que nos guarece:

Fueron la navaja suiza de primavera.
Son del tiempo de las flores rojas.

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Diario de poeta #reencuentro


Con mis versos no busco más que reencontrarme a mí mismo.

Leopoldo María Panero

Lo práctico de ser poeta es que puedes ser incomprendido y temblar
en brazos imaginados.

Lo ideal de ser poeta es que vives una vida de locos:
bilocado en dos,
una cabeza que parece que actúa y la verdadera que te observa.

Lo doloroso de ser poeta es que la voz de tu corazón no cesa.
Solo hayas silencios si las sombras que acechan se despistan.

Lo moderno de ser poeta es que puedes trapear,
puedes sincerarte con la humanidad que no descansa.
Eres trino.

Lo ávido de ser poeta es que hay palabras que se cuelan y tajan el alma,
que despistan la muerte
y que abrazan.

Yo de niño soñé con ser poeta y desde entonces recuerdo
esa promesa conjugada en primavera.

Cuando remuevo el poso de las entrañas
me saltan las palabras,
son amantes-peremnes-que-me-vocean,

que son camada aparecida, el viático de los alucinados
el escurrido de algún ignoto despilfarro,

las palabras envueltas en papel de celofán,
esas palabras adiestradas para volar
y que marchan
en frágil-eterno regalo
que dirime.

Ese soy yo y mi diario de poeta.

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Los libros nos hacen libres. #DiaDelLibro

«Siempre tengo dos libros en mi bolsillo: uno para leer, otro para escribir» (Robert Louis Stevenson)

Qué somos más que lo que leemos. Qué somos más que las vidas que vivimos con nuestros libros. Qué somos… más que el esperanzado reflejo de nuestros héroes escritos.
Los libros son paraíso, son puerta de asombro, son cañaveral para refugiarnos cuando nos sentimos vulnerables.
Creamos lo que creemos, lo que leemos. Y pensamos gracias a lo sembrado con este mar de ideas, con los libros deslomados, enseñando su panza de conocimiento. Sus barrigas preñadas de futuro.
Todos los mundos del mundo se me aparecen en los libros que he leído y cuando viajo, ellos me señalan el camino a explorar.
Sería nada sin sus palabras como el hijo que perdió a la madre. Sin sus besos ni sus abrazos, quedaremos huérfanos de libertad interior, del mar infinito de las palabras encadenadas, de sus historias, de sus risas y de su sabiduría.
Infinita gratitud al libro, al idioma escrito, el que me permite seguir cuerdo un día más. El caballo que trota con rabia y me libera.
¡Gracias!

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Yo encontré la horma de mi #destino

Yo encontré la horma a mi destino en un lugar más que imprevisible: un cementerio. No se confundan, no soy para nada un necrófilo, un tañedor de lamentos que disfruta dejando notitas escritas en las lápidas o un torpe descentrado que quiera ver en estos lugares algo más allá que el postrero lugar para el descanso de las almas. Y simplemente asistía al sepelio de mi mejor amigo. La muerte es triste, mucho más cuando se deja viuda y chicuelos jóvenes. Más, si ha querido venir sin otro previo aviso. Fue mi amigo un alma hermosa, fuerte como lo son los robles que se retuercen y pugnan al viento su lugar y su momento en la tierra. Fue mi amigo de esta guisa, un gran hombre bien plantado en su sitio, uno con agallas, que vivía con emoción y no le quitaban la sonrisa de la cara. Uno de los que triunfaban y causaban envidia sana y también las otras, las que te prodigan los enemigos.
¿Por qué le eligió la muerte a él? Yo hubiera sido un mejor candidato, de pensamientos apagados, si bien brillante en mis ideas, incapaz de darlas a valer. Nunca había sabido dejar huella. No porque no quisiera, que mil veces lo había intentado… pero casi nada había conseguido… salvo autocompadecerme y malgastar mi talento en aventuras que no me correspondían.
Pues yo encontré la horma a mi destino aquella tarde de abril, una tarde lánguida, cuando las sombras se entretejían y señalaban a los cipreses, y la gente se acurrucaba y se apretaba como queriendo conjurar aquel hoyo del difunto; su mujer sostenida por hermanos y sobrinos, y dos niños con sus caras hundidas sobre la falda negra.
-No hay consuelo posible-, pensaba. Podría el cura balbucir quimeras, podría argumentar o desargumentar sobre el misterio de aquella marcha. Que si la enfermedad no hace distingos, que si no somos nada. -Excusas-, me decía.
Solo casi al final, cuando la noche se nos echaba encima y abandonábamos el cementerio, y la viuda se había quedado un poco retrasada, recostada contra un murillo, llorando junto a los hijos y protegida, como si esto pudiera servirla para algo, por el mar de brazos de la familia, solo entonces, solo, comprendí como un fogonazo:
«Era lo dado y era lo justo. Mi amigo gozó y fue feliz. Escribió su historia hasta colmar su último aliento. Llorar, le lloraríamos con rabia, y estaría en nuestros recuerdos de manera perenne. Pero él había cumplido su cometido y los que permanecíamos en esta vida no teníamos otra misión sino ajustar las cuentas con nuestros respectivos destinos. Cuando llegase mi turno, quién sabe si para entonces me llorarían, pero lo más importante sería saber que si al irme, entre dolores, entre gritos, o quizás entre silencios amorosos, sería consciente de que habría hecho todo lo posible para redimir TODOS mis sueños. »

Escultura de Cipriano Folgueras. La Carriona. Avilés.

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#HéroeLocal #tiemposadolescentes

Casi sin querer éramos eso que veis en la fotografía.

Seres imperfectos, amalgamados, horriblemente adolescentes y desnudos. Los que saltaban a las calles y se buscaban sin un nombre todavía.

Como la semilla que descubre su embrión y nace, teníamos riadas de tiempo por delante.

Recuerdo quien estaba detrás de la cámara y su ojo lúcido que aún vigila nuestra estela de Héroe Local.

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2021 #nuestrahora #felizaño

Imperfectos en casi todo, hasta en eso de morirse, nos llega el 2021 con rabia, con ansias de decirle basta ya al sufrimiento, con la suficiencia de doblar una esquina y respirar aires renovados. ¡Quiero ver caras nuevas! Y le estrujo al tiempo un puñetazo y me ato la camisa y dejo otro paso detrás mío.

No sabemos que será. Si será un amante a quien abrazar o será otro saco de sal, si el sol lucirá en nuestros cumpleaños o dormiremos por entonces varios metros bajo tierra, o si los hijos serán tan altos como pinos y lograrán sacarnos de procesión para celebrarlo. Nada está escrito aún.

El destino es invocado con despecho, orgullo y necesidad. Si lo tememos, seremos devorados. Si lo alabamos, nos tomarán por pusilánimes. Quisiéramos viajar lejos y escapar de su albur, pongamos, por ejemplo, a Marte, y preguntarnos por los que se fueron y revocar su angustia, y su recuerdo. Pero en Marte solo hay hielos y desiertos tan fríos…

Por eso vivimos en el aquí y en el ahora. Dejaremos nuestra mano impregnada en tiza como lo hicieron los que estuvieron en las cuevas del Paleolítico. Es la misma aventura. Antes de salir se juntaban y dibujaban, luego salían con las lanzas y cazaban los bisontes. Las mismas estrellas les observaban. Sombras de tiempo, claro, pero este es el nuestro, ¡nuestra hora! y toca estrujarla hasta los tuétanos.  

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