We’re Off To See The Wizard

¡El tiempo cuando no había tiempo!

Hubo un tiempo cuando no había tiempo, él tiempo que no se medía con reloj de pulsera, el que no pesaba ni se pintaba, el de las líneas amarillas imaginarias o el de los caminos sin camino, el de los cruces que no respondían a sentido alguno. El tiempo del Norte confluido al Sur, el del Este que se acercaba intrigantemente al poniente en un firmamento prístino, cuando el sabor de los momentos eran un sol amanecido sin hora descrita.
Era el tiempo del amor sin tregua, sin la tregua del que ama, del que no reconoce el final de la madrugada y de la pasión porque aún el desengaño no fue una palabra inventada.
Es el poder y la magia de la inocencia. Si todo fue principio y la plenitud nos iluminaba… entonces nos mirábamos a los ojos y sin pestañear gritábamos:
―¡Siga el camino de baldosas amarillas!

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