Alguna vez te quise decir
-y no pude-
que los caminos son largos para el amor
cuando no llega.
Es la semilla del mundo.
La hilera infinita de hormigas trepadoras de rosales,
esa luz que busco y no encuentro.
Cuando lleguen los tiempos del gallo
ese que cacarea
el que escupe
el que se mofa de la paloma arrepentida:
Allí estaré yo para zaherirle.
Soy la cigüeña con la pata herida
aquella que emigraba a África
buscando cobijo,
la que vomitaba de madrugada y se clavaba agujas
en las patitas.
Aquella que cruzaba el estrecho con el corazón
fijo y congelado por las luces del
Norte.