Día 10. Cuando se lea esto ya será primavera. Según el Instituto Geográfico Nacional habrá sucedido exactamente a las 4:50, hora peninsular del viernes, con la mayoría de nosotros durmiendo. Otros muchos también, cada vez más, en los hospitales.
El país amanece con una enfermedad desbocada. Y el pico de la pandemia, dicen, lo tenemos aún por delante. Acabo de escuchar por la radio que se exigen medidas tales que permitan multiplicar las pruebas de contagio. Lo cierto es que Corea ha detenido la pandemia de esta manera, con evidencias, con KPIs que se demuestren valores extrapolables a toda la población y que sean actuables y no con medidas parciales, manipulables y autocontenidas.
Es el final de esta segunda semana de teletrabajo y vida 100% en la nube y el sabor es agridulce: es cierto y es una evidencia, somos capaces de continuar con nuestra actividad. Ayer por la tarde, por ejemplo, tuve una sesión virtual de mi asignatura de Creación de Empresas Digitales de la que soy profe. Quizás debamos reorientar la asignatura, pienso, quizás este año debamos hacer alguna especie de bootcamp con ideas para dar la vuelta a la situación usando las tecnologías exponenciales y los datos de nuestras aplicaciones.
Pero, a pesar de todo, es doloroso saber que nuestro país precisa de una acción física a muy corto plazo, es decir, de materiales y de pertrechos que tienen que ser fabricados cuanto antes.
Pero dice el proverbio chino de hoy: “No temas ser lento, teme solo a detenerte”.
Porque debemos mantener nuestro pensamiento lúcido y afilado. Nos va a tocar utilizarlo. Y en esta pesada lentitud, actuemos con rapidez. Tenemos que fluir.