>El artista en Internet

>Estuve en Mundo Internet 2005. Allí asistí a un acalorado debate sobre la cadena de valor de los contenidos.

(Uh, por cierto, Google piensa ofrecer, gratis, quince millones de títulos con los derechos de autor vencidos.)

Allí se habló del mundo Internet y la creación artística. Muchas cosas ya las conocía: que el modelo industrial de la cultura del s.XIX ha entrado (por fin) en crisis. Antes teníamos unos pocos autores ofreciendo, gracias a intermediarios que cobraban su respectiva comisión, su obra al gran público. Ahora se habla de cien mil blogs en castellano. Luego la tecnología ha simplificado y abaratado los costes de difusión de la obra artística. Muchos artistas contra muchos consumidores.

Se acusó a la SGAE de no ser flexible a la hora de ofrecer sus servicios de gestión de derechos de autor (léase nuevas fórmulas como los COMMON CREATIVE). La SGAE se defendía argumentado que quién iba a dar cosas por nada, por la buena de Dios. Y también esgrimía que ningún artista ofrecerá gratuitamente su obra en Internet, y que era ilógico, de qué vivirían los artistas entonces. Ellos, afirman, ser más eficaces gestionando los derechos de forma agregada.. Yo no lo sabía, pero de ochenta mil afiliados a la SGAE, solo el 10% superan el salario mínimo interprofesional. Y los botos en la SGAE están ligados a estos ingresos.

Quizás por eso, hay un grupo de artistas que han decidido autogestionar su obra cultural de forma diferente. Interesante. Habrá que ver cuánta clientela arrastrarán a través de Internet. La SGAE hablaba de control sobre Internet para evitar estos lucros cesantes, pero estos artistas decían que existen modelos de negocio alternativos. Por ejemplo, en la música, mediante conciertos.

Claro. En realidad hablamos de poder. De pasta. También me enteré de los leoninos contratos de exclusividad de los grandes emporios de comunicación. La mejor manera de impedir que el artista se nos revele y ande por allí, coqueteando.

Los ISP intentaban pasar inadvertidos en el debate: sobre la piratería, ellos no se consideraban ya ni intermediarios, y únicamente acataban los dictámenes de los jueces ni tenían porque actuar de controladores de los contenidos que viajaban por sus redes o se almacenaban en los servidores. ¿Se imaginan? Los operadores actuando de cajeros…

De fondo: Internet como herramienta democratizadora de la cultura. Bueno, bueno. Este discurso me suena. Pero ¿Y los lectores?¿Y el público? … lamentablemente no fueron convocados a la mesa redonda. Y yo creo que gran parte del futuro se encuentra en sus manos: forzarán a evolucionar a los distribuidores (¿morirá el formato físico en la música?), y fijarán el grado de excelencia a pedir a sus medios: creo que son, en última instancia, quienes dicen qué es bueno y qué no. Y qué funciona y dónde (si nacen nuevos medios, nuevos canales, nuevas fuentes, ellos serán los responsables de visitarlos día a día).

Así de simple.

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3 thoughts on “>El artista en Internet”

  1. >Internet ofrece esa impresión difusa de más libertad y más incognitas en cuanto a seguridad en el amparo de la creación del artista, o al menos eso me parece a mí desde mi posición de novato.Lo bueno sería que lo que apuntas al final de tu post lo meditáramos de vez en cuando, ser conscientes de nuestro pequeño e inmenso poder como público, nuestro criterio para no seguir como borregos las tendencias en el seguimiento de contenidos en Internet, y los blogs son una pequeña huella de rebeldía.

  2. >Interesante tema que está en pleno candelero, ¿La propiedad intelectual del autor, qué es y como se controla? te voy a dejar un texto que viene en un blog dedicado a internet del mundo que es una variante de este asunto que dará tanto de hablar, lo que me mosquea es que los escritores ricos de verdad no griten tanto como los escritores de medio pelo hispánicos que ven pirateados sus cd,s y libros, será que el que tiene público, siempre lo tiene pase lo que le pase. El texto:”Revelations es una obra de amateurs, es decir, de amantes, y explora los tiempos oscuros antes de la Guerra de las Galaxias original, cuando el Imperio recién formado da caza sin piedad a los últimos Jedis y el primer esbozo de la Rebelión es puesto en marcha. Lo más llamativo de esta película de 40 minutos y 250 Mb es que nadie ha cobrado un duro por hacerla, requisito imprescindible para que los autores no sean fulminados por una demanda mortal. Porque el universo de La Guerra de las Galaxias ya no es sólo propiedad de George Lucas. Sus ‘fans’ también quieren, deben, y pueden participar. Y a veces hasta le adelantan en los estrenos.3 años, 200 personas implicadas (a veces 60 a un tiempo) todas estrictamente voluntarias, una planificación endiablada, y sobre todo un sueño: vivir el universo de la Guerra de las Galaxias. Eso es todo lo que ha llevado construir un apéndice a la ‘bilogía de trilogías’ de George Lucas: básicamente, mucho amor e ingentes cantidades de trabajo. Es una nueva forma de economía en la cual las cosas se hacen, literalmente, por amor al arte. Un gran grupo de gente se reune, se coordina y se pone a echarle horas y horas de duro trabajo sin cobrar un centavo, al menos en dinero. Su compensación la encuentran en otras divisas: satisfacción, orgullo, prestigio, aprendizaje, entretenimiento, amor… y también, cómo no, atención. En el futuro, según la tecnología facilite y abarate la realización de este tipo de proyectos, veremos cada vez más. entonces surgirá una pregunta incómoda: ¿de quién es el universo inventado por un creador? ¿Tienen algún derecho sobre su creación aquellos que la adoran? Al fin y al cabo sin los ‘fans’ el fenómeno de la Guerra de las Galaxias no existiría, las películas tendrían mucho menos éxito y los ingresos económicos serían muy inferiores. Es normal que las personas que se apasionan por una película, una novela, una música, y contribuyen a elevarlas al éxito sientan que son en parte co-propietarias. Ponen su alma allí, quizá no tanto como el creador, pero la ponen. Esperan a cambio algunos derechos sobre la historia. Ahora pueden ejercerlos. George Lucas ha sido en general bastante abierto a permitir el uso de sus personajes o del conjunto de su universo ficticio, siempre que se tratase de productos sin ánimo de lucro (y con alguna excepción). Otros universos míticos, como el de Star Trek, han sido controlados mucho más férreamente.La pregunta es qué ocurrirá en el futuro y de qué forma afectará a los derechos de propiedad intelectual y su ejercicio. ¿Hasta dónde llega el poder de los consumidores en la economía de la atención? ¿Hasta dónde debería llegar, y que les ocurrirá a los países que lo limiten sin pensárselo antes?”(Fuente elMundo.es; blog Retiario)

  3. >Supongo que todo son modas. La propiedad intelectual se le presupone a cada autor, independientemente de que registre o no. La licencia Common Creative lo veo otra forma de márketing (¿márquetin, marketing??? con la RAE nunca se sabe): “ponga nuestro logo en su blog y algunos contenidos podrán ser copiados mencionando la fuente”. Hombre, se da por hecho que vas a citar la fuente, una mínima norma de cortesía. Quiero decir que al final todo es un negocio, hasta el Common Creative, cada quien quiere sacar pasta y le importan un rábano los derechos de autor. Digo. A la SGAE, no merece la pena ni mentarla; cualquier día pretenden cobrarnos un canon por el ruido del despertador.

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