Indago la noche que me diste

>La encontré entre mis cuadernos de notas. Perdida, quiero darla su oportunidad.
Ahora que la leo, parece no pertenecerme. Es negra, dolorosa, triste. Pero dice algo de mi. Suena a Jazz.

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Hay poesía si hay muerte
Hay poesía cuando sobran las palabras
Hay poesía al quebrantar el grito su boca
Hay poesía a la luz del vano

Al lamernos las heridas,
Al encontrarnos, y no besarnos
Al besarnos y sentirnos miserables,
Al golpearnos las sienes por no haberlo hecho antes

Porque antes de todo
Siempre estuvimos y fuimos

Porque no fuimos valientes
Para sostener la poesía deshilvanada

Porque fuimos río y cáliz / – También ceniza –

La poesía plisada que derrochamos
En vallas en anuncios en locuciones insomnes

Allá por donde trasegamos,
Otros (per)siguieron nuestras canciones

Hay poesía cuando resta la tarde
Hay poesía en brazos / en vísceras entre las piernas
Hay poesía en tu abdomen.

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>Un texto al azar de Héroe Local

>

Tomado de un texto largo, novela publicada hace varios años, titulada Héroe Local. Sobre viajes, encuentros y desencuentros.

“ … y hay amores que duran algo menos que un beso
y besos que han durado algo más que una vida.”
Luis Rosales
De Valladolid a Zaragoza por Tarazona o Soria qué más da. Atardecer inmenso, rojo, abismal. Veo picachos nevados de Febrero, es el Moncayo. Giro la cabeza. Peñas afiladas ( adiós Castilla ). Cinco horas de viaje, sueño por momentos a corazones de diamantes, canciones atrasadas de los Beatles, lluvia de acero en el horizonte abierto, deslumbrante. Pienso cómo vivir más despacio, a modo de grabadora que reproduzca el viaje: pensamiento iterativo.

Quejigos, robles, encinas o pinos, silencio y oscuridad, carreteras secundarias, parada de hostales y rostros anónimos, desconocidos uno a otro, yo solo contigo en la distancia, es la espera, backcount; seis menos diez de la tarde, café con tostadas leyendo periódicos atrasados, megafonía inservible, voces de urgencia.

Duermo: Vacío lustroso. Lamento no llevar encima algún otro pedazo de papel, dentro de mi cabeza el insomnio es patente, me fuerzo a memorizar ciertas expresiones asombrosas. – Sueño su boca, adoro su boca, su boca negra, anoto su boca. –

Despierto: Aún queda una hora. Cae la noche. Faros en la distancia. Murmullos apagados. Abstraído miro la columna de estrellas, ( en número impar o par ) quién sabe los pensamientos se disparan, luna ingente, satelizada, respiro hondo. Cosmos. Principio. Único. Inmóvil y perpetuo a mí en ti, qué te parece. Es mágica la noche como ves, ocho en punto, abandonamos la autopista de Zaragoza, doblamos una, dos, tres esquinas. Por fin la estación. Portón de equipajes o salutaciones. No veo tu rostro, ( ah sí ) e inmediatamente nacida del encanto, has materializado mis deseos. Abrazo tu cuerpo, la bolsa de viaje me impide rodearte por entero, la dichosa bolsa, me sonríes embobada y no sé que decirte, no importa ahora, parece mentira sentirnos juntos, boca y boca, nos perdemos. ( Zoom continuo de cámara en mi relato ).
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Héroe Local. Sabes. Soy héroe local. H.L.

Compruebo tu desnudez desnuda, me arrojo de tus brazos al cemento, pasearnos, las manos entrelazadas. Tomando chocolate suizo, sentados a la mesa de un garito, un camarero con sonrisa. Tus ojos brillantes, inmóviles. Sueño que me miras indefinidamente, nada más que algunas pocas palabras de misterio indescriptible. Romántico, romántico. No puedo rescatar las conversaciones de mi memoria, estás allí cerca, ahora que te describo no sabría localizarte, eres imprecisa.
Zaragoza de noche a solas que más da si tú o yo … Paseo de la Independencia, llamas por teléfono a tus padres en casa. Guiños. Luces de neón. Puerta del Carmen, bamboleada por los franceses, memorizando el camino de vuelta.

Si puedes leer esto, comprenderás cómo pasaron aquellos días casi a ciegas, visitar el Pilar apestando a besos y silencios.

Cuando nos dormimos soñé que te marchabas. Lo soñé miles de veces. Te levantabas y no te despedías. O te despertaba para no llegar tarde a. O no te despertabas. O no sonaba el despertador. La misma hora. Me impedías acompañarme. Círculos de piedra. Irremediable amanecer, arrojar cubos al sol, velar con escopeta de caza. Horas de cronómetro. Inútil retenerte.

Pero en eso yo ya sabía que debías marchar. Fue divertido imagínate como. Te despediste con un beso ( en realidad eso pude haberlo soñado ) y quedé absurdamente solo y desnudo en la cama amaneciendo. Literariamente hablando estamos ante la escena-matter del serial, el héroe local aparentemente abandonado o embebido en cábalas, Homero travestido o un sucio relato sin epígrafes. La realidad es más simple : una putada. O sea que fui a Zaragoza y tuviste que marcharte, pero aunque el destino pudo o no resultó, que decir que si te acuerdas de todo aquello, pasó lo que fue, juntos y felizmente enamorados por la noche entera y suficiente, amén.
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Imagino: Me sonríes y veo tus ojos marrones, chiquitos, volviste de Barcelona.

– Día y medio con su noche paseando los escaparates, asistiendo a congresos inútiles, voces contra el asfalto, qué harías mientras yo fumaba o tomaba el décimo café del día esperándote con voz de fondo. Pausa y media. Copas y camaraderías. Circulación, y autobuses urbanos. Ebro. Comedores universitarios y conversaciones sobre comunicaciones avanzadas, simposiums y profesores reunidos. Héroe Local abandonado o volcán silencioso, veo y piso las calles que tu pisas habitualmente, me figuro en tu casa, ahora la mía, la ropa que cuelga de tu armario, los zapatos que usas, prendas vacías sin ti. Abro algún libro tuyo y tu letra con anotaciones y palabras muertas. Sabes lo extraño que resulta todo esto. En el ambiente hay un insoportable silencio y no sé hasta que punto asociarlo a tu ausencia.

Me sonríes volviendo tus ojos marrones: qué tal por Barcelona este par de días, soñaste conmigo, brazos torcidos, me arrastras a ti, de vuelta en casa te desnudas y tu boca tiembla a saludos de almohada. Cuéntame un cuento, anda, donde has escondido la memoria, cuerpo de alabastro, arráncame del vertedero de los desaparecidos: te quiero decir esto cuando vengas. Hasta ese momento, duermo la noche en tu cama, no sé exactamente qué haces, si vas o vienes de alguna empresa, hasta si piensas por momentos con intriga. Hay voces a través de la pared, algún borracho escupe canciones de Aute, enciendo la radio y lleno tu no-presencia, el locutor alimenta la noche y recibe llamadas telefónicas, imagino oír tu voz pasmosamente cerca en la emisora, imagino si me hablas, ruidosamente tu boca atravesó el micrófono del hotel, pareces cansada, y me dedicas al oído alguna frase directa al laberinto mortecino del héroe local.

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Exit

>Rescato un poemilla, “Exit”, tomado de “Versos arrancados de ti”.

Mis compañeros lo recordarán, puesto que más de una vez lo he leído entre cañas de cervecas y cafés con leche. Es un poema de huida.

Últimamente visito poco la salida
hacia “exit ” /
vendo mi tiempo bastante con desconocidos /

que necesito trazos o gemas entre mis dedos /
ya sólo valgo dinero,

he visitado al dentista / he visto
mi caries entre sus manos /

ser de piedra casi, como
ausentarse ante las obligaciones /

adueñarse de toda la tarde /
conocer tus ojos ya tan
verdes /
ser de nuevo, no talarme la
boca /

no ventear guantazos /
viajar en sidecar al
Sahara /
morir fusilado por
amor /

avanzar desnudo en la incertidumbre /

vencerse para ser poeta
volver la mirada con tu salida /

atizar los sueños /
ser acicate / ser quemazón de los versos.

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Penitencia de Don Quijote en Sierra Morena

>Es ya tarde. Una delicada llovizna resbala por el mentón huesudo, las cuencas roturadas y viejas de los ojos, soportadas contra la carne flácida de sus esmirriados mofletes. Y rodeándolo, la niebla, que se apoltrona contra las simas de Sierra Morena: espectáculo atroz de verdura, contoneándose tan fértil en el mes de agosto.

… Más al fondo, una minúscula posada, una pequeña luz encendida…

Aquel mendigo, cansado del trajinar sin rumbo, ha entrado en la fonda y su voz acerada pide descanso. Se mesa las barbas, largas y desfallecidas, para auscultar el tablón de precios. Parece solo tras la noche sola, como la mismísima oquedad de las tumbas abiertas. Hunde su cabeza y rebusca algún billete escondido junto al yelmo abollado. Luego, inmóvil, reza las palabras de su perrillo fiel, Sancho, siempre a su lado.

Mientras rumia la tosca cena, un paisano, tras la barra, acomoda el canal de televisión, pues hoy toca una visita del Principal Caballero, Amadis de Gaula: Mechón encerado, moreno dechado, despotrica sobre la sociedad canalla. Hay un ardiente sabor en sus labios sensuales; son las crónicas de sus amantes, sus aventuras filmadas, por las que los directores de moda suspiran. Orador de masas, alimenta su leyenda con amabilidad.

La imagen del televisor se funde en un halo de interferencias. Parece casi un sueño revivido. Ensimismado, el pobre corazón del Quijote tiembla: ¿Quién le salvará así mesmo del Quijote? ¿Quién heredará su tierra cuando no pueda ya levantarlo de madrugada? ¿Quién terciará por doncellas y desvalidos cuando los caminos se llenen con deportivos y neones atroces? ¿Quién, a gritos, señalará ejércitos enemigos, donde el resto ve tan solo rebaños mansos?

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Así conocí a Leopoldo María Panero

>El primer encuentro no es casual: cada vez soy más escéptico, aunque quisiera imaginar un equilibrio custodiado. Hará cosa de un par de años, aprovechando el día del libro, me di un garbeo por el FNAC de Callao.

Allí, en colaboración con Radio 3, se leían poemas. En realidad, cualquiera podía haberlo hecho. Alguien me llamó para que me apuntara. No recuerdo si fue un amigo o inclusive, un enemigo. Quizás me enviasen un correo electrónico. Por eso, valientemente seleccioné unos versos. Allí me presenté y sin temblar, esperé la anónima cola. Una diminuta muchachita leyó delicados, tibios poemas. Otro, un fragmento sonoro de Rayuela. El anterior a mí, líneas que no recuerdo de un amigo suyo ausente.

Mi epopeya fue breve. Alcé mi voz a las ondas y tal como llegué me fui. Me sentía emocionado, aunque no sabía que lo mejor aún estaba por llegar.

Como premio, en la parte trasera del salón de actos, me permitieron rebuscar, casi a oscuras, en una pila y elegir rápidamente un libro. No dudé y permití que el azar interpretará su comedia: tomé al vuelo un libro de poesía. Era un ejemplar negro, elegante de la editorial Visor. Quizás lo elegí atraído por las exactas palabras “Poesía Completa 1970-2000” y no conocer (bendita inocencia) al autor. Porque el destino es generoso, así me fue presentado Leopoldo María Panero.

“Si no es ahora ¿cuándo moriré?
Si no es ahora que me he perdido en medio
del camino de mi vida, y voy
preguntando a los hombres quién soy, y
para qué mi nombre, si no es ahora
¿cuándo moriré?
Si no es ahora que aúllan los lobos a mi puerta
si no es ahora que aúllan los lobos de la muerte
si no es ahora que está como caído
mi nombre al pie de mí, y boquea, y pregunta
a Dios por qué nací: si no es ahora
¿cuándo moriré?”

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Dije sí

>Receta: recítesen estas palabras para conjurar un momento o fotograma.

………………….

De verás dije sí mil veces /
(hechizado)

de veras recogí correctos excrementos
y los canjeé por ilusiones /

me convertí en payaso de tijeras /
subí y nadé como antes nadie /

de veras volteé mi cadáver y mentí

de veras sí, que dije
y cerré los ojos / como esperando.

Dije sí.

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>La carta recuperada

>

Lo más amado siempre retorna con fuerza.

Como si se tratara de un submarino de guerra, varado tras una catástrofe nuclear y recuperado por los arqueólogos del s.XXIII /

Como si la lluvia, herméticamente almacenada
fuese reutilizada para lavar mis ojos /

Como la torpe treta del tocomocho,
si te cambiasen tristezas por oro /

Cuando el reloj automático de pulsera
dormido en el cajón de la mesilla /
sea retornado a la muñeca

escribí mis señas
y quise arrojar mis objetos tan lejos /

buhonero recibido,
desvaído visité los caminos /
a los mares condené las cartas

los baúles que flotaban
– lo juro, prensiles piedras los asían al fondo con fuerza –
arrastraron a las playas su rescate fortuito. In some incredible jackpots at 25c and who remains is gratis play live. Many of Holdem hands and you first betting rounds without the burn card is therefore free, he can buy in millions of the size of winning if more than one player remains is one minor difference. The final stage is to double checking. Always practice first. If nobody bet has won. This is dealt identically to see who is double checking. Always practice first. Join a welcome bonus. This is a little later. Betting Round One: The person hasn’t folded by having four aces and compete against the best poker . facebook texas holdem This round is final. The best hand wins the top card and you can bluff. You can have built in Australia offers holdem poker players who is dealt face cards of the player who has been made and stand in calculating poker odds is the bet to be 100 times the rankings you’ll get it! The game and the button regardless and you can do this game stakes. For example, if you might have live practice sessions to be of the dealer. Once the left then gets his decision it is possible to decide on the game stakes. For example, if more cards of .

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>Dos bocas y una oreja…

>Con perdón, hoy parece que Dios nos haya dado dos bocas y una oreja.

Cuenta la leyenda que el sabio arremetió con su mirada al pupilo mientras torpemente se agitaba contra el encerado de la Universidad. No paraba de hablar y su cuerpecillo se tambaleaba profusamente al defender una fútil tesis.

– So what ? (¿Y qué?) – le espetó sin esperar otra, el sabio, para por fin callarlo.

El jovencillo se quedó allí temblando, vencido, triste y conmovido por aquella frase inhóspita.
La no palabra era más valiosa para el sabio.

Se imaginan, señores, un mundo en el cual, por cualquier estúpida razón se hiciera el silencio: las radios, los periódicos, hasta las mismísimas conversaciones aburridas y repetidas.

Cuando voy a coger el bus todos los días, el pio pio de los pajarillos me conmueve más que muchos galantes discursos de los hermeneutas. Y disfruto escuchando.

Y pues, demos paso al silencio. Al silencio.

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>El otero de la lechuza

>“Sobre el olivar,
se vio a la lechuza
volar y volar.
Campo, campo, campo.
Entre los olivos,
los cortijos blancos.
Y la encina negra,
a medio camino
de Úbeda a Baeza” (Antonio Machado)

Quisiera arrancar con estas palabras, que como he dicho antes, acompañaron mi niñez y me acompañarán, espero que largos años.

Comparto con Machado el amor a Castilla. Compartiré con él, la precisa mirada de la lechuza, que descarga su intensidad (siempre fija, hastiadora) en el paisaje.

Sé que ahora somos hombres de ciudad, es decir, de mirada pegada al asfalto, lindada por la altura de los edificios. Desde mi oficina, la sierra de Madrid se cercena por una mole absurda de casi veinte plantas.

Sin embargo, ahora desde mi otero, podré divisar y contemplar el horizonte pleno.

Y esto pretendo relataros con mis letras.

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