
¿Por qué leer Guerra y Paz en estos momentos de nuestro siglo XXI…?
Más allá de lo que hemos escuchado y sabemos de ella: obra cumbre de nuestra literatura universal y excelente retrato de un periodo crítico de la historia europea, el arranque del siglo XIX con las guerras napoleónicas entre 1804 y 1812, un momento que supuso el cuestionamiento del Antiguo Régimen y el inicio a grandes cambios de nuestra civilización “Occidental”. ¿Por qué invertir un esfuerzo de lectura de casi dos mil páginas y más de doscientos personajes? ¿Qué maratón intelectual lo motiva?
Primero, he llegado a Tolstoi por un camino largo que lo liga a Gandhi, con el que intercambió correspondencia. Ambos se inspiraban en Henry David Thoreau, especialmente en su ensayo “Desobediencia civil” y compartieron entre sí fuertes ideales de pacifismo, vida sencilla y una rotunda oposición al sistema. Si bien Tolstoi tuvo un origen muy diferente a estos dos pensadores, pues nació en una familia aristocrática tradicional rusa y heredó el título de conde. Leyendo su vida su transmutación me fascina. De su bohemia militar, su afán de casamiento con una joven acaudalada, es decir, hacer y ser lo que se esperaba de un aristócrata de aquella época… hasta finalmente, tras participar en la Guerra de Crimea y en especial el Sitio de Sebastopol, y presiento que tras una ruda ruptura interior, su retiro en Yásnaia Poliana, su finca familiar, al que acompañó algunas estancias en Moscú, para escribir por fin Guerra y Paz durante casi cuatro años.
¿Qué es Guerra y Paz?
Cuando escribió Guerra y Paz sus críticos no sabían clasificarlo, decían: «¿Qué podría ser esto? ¿A qué tipo de género se supone que debemos archivarlo? […] ¿Dónde está la ficción y dónde está la historia real?». Y justamente esto es lo que más me ha cautivado del libro. Tolstoi fusiona un estudio riguroso sobre los acontecimientos históricos que devinieron en la invasión y destrucción del ejército de Napoleón, junto a una densa e intensa panoplia de diversas familias aristócratas, acompañado los personajes ficticios con los reales: los Rostov, los Bolkonsky o el generalísimo Kutúzov. La ficción y la realidad se entrelazan. Reflexiona sobre el libre albedrio, las pasiones que nos definen e intenta conectarlas con el sentido Histórico mismo, con el porqué de lo sucedido. ¿Qué impulsa a qué? ¿Qué mueve a qué? En estos dos planos construye su discurso (lo próximo y más humano frente a lo lejano y externo) y concluye muchas veces que la narrativa de nuestras vidas es una secuencia azarosa de la realidad. Y que los múltiples acontecimientos, las paralelas existencias, plenas de felicidad y horror conforman nuestro destino dentro de unos límites que se describen dentro de los acontecimientos históricos. ¿Somos pues libres? Quién lo define, quién construye este devenir histórico, él concluye que no está nada claro. La Historia no la escriben ni los Monarcas, ni los Héroes, ni siquiera el Pueblo. Es mucho más complejo y confuso. ¿Dónde residió el poder que conjuró que se matasen en 1812 más de medio millón de personas en una invasión estéril y absurda? ¿Tal fuerte era la voluntad de Napoleón y Alejandro I para enviar a la carnicería a sus dos pueblos sin inmutarse? ¿Por qué eligieron y aceptaron millones de vidas sacrificarse en este conflicto cuando en gran medida desconocían las razones y en gran parte sus mundos personales eran ajenos?
Reflexionemos, Guerra y Paz es realmente muy actual e invoca muchas claves de los momentos que vivimos de autocracias y liderazgos populistas. De falsedades, de influencias nocivas y de la búsqueda del propio sentido en un mundo secuestrado por el conflicto, la guerra y la muerte. En esto es un libro que llama a nuestra puerta con urgencia. Esta es la razón última para leerlo.