Walls a la #DeclaraciónUniversal #delosDerechosHumanos

Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía.

Nos encanta enarbolar banderas.
Esas banderitas que llevamos atadas a nuestra camisa.
Nos enorgullece trincharnos las manos y sentirnos
bien diferentes.
Y construir muros,

esas divisiones asimétricas
estudiadas hasta lo más profundo con pírrico detalle:
Lo llamaron trincheras, para balearnos,
lo llamaron también países,
se nos ocurre que las fronteras ejercen un control absoluto.

Soy más que tú,
dicen,
porque soy demócrata y blablablá,
y mi bandera es linda, y hagamos una votación más para separarnos de tu hermano.

Pero a lo mejor, y esto no dicen, no dicen que todo eso son Walls.
Achican la mente y cercenan corazones.
Las Walls son la muralla medieval que impedía entraran los invasores y
que salieran los pobladores a los campos libres.

Reclusos de sus ideas,
miraban a través de las almenas del amo:
lanzaban las piedras
y escupían las ideas heréticas-hechiceras
las puñeteras ideas de los de fuera.

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