En 1521, en Abril para más señas… #Villalarcomunero

Abracadabra y Castilla se hizo comunera. Fue en 1521, en abril para más señas…  Los castellanos, hombres esforzados y pueblo de horizonte llano, nos pintamos de morado la cara y nos levantamos contra el poder establecido.

Nuestra fiesta es la celebración de una revolución romántica y la pugna de una región que fue motor económico de la Europa renacentista y que se lanzó a descubrir el Nuevo Mundo por la fuerza bruta. Y fue la lucha de una burguesía que se negaba a subyugarse al extranjero, al alemán, al Hasburgo.

Perdimos, y de aquella pérdida y naufragio nació un imperio cuyo sol no habría de ponerse en más de una centuria. Fuimos embarcados en una guerra absurda en pos de una religión que drenó nuestras riquezas y que se llevó (a la tumba) a los mejores. Una guerra  que a la postre nos abdujo del Humanismo y de las nuevas corrientes de pensamiento que dieron lugar al siglo de la luces y a la revolución industrial.

No soy regionalista y para nada creo en el nacionalismo. Estas corrientes son un timo, un tocomocho para mantener nuestras mentes ocupadas. Creo en las raíces culturales de los pueblos. Y dice el himno comunero que “desde entonces ya Castilla no se ha vuelto a levantar,…, siempre añorando una Junta o esperando un capitán”.

Ahora veo un país donde los mejores se van: es ese no saber levantarse, esa doblez de la cerviz en el futuro, ese ansia gastada, esa tradicionalidad desganada del castellano (que inventen ellos), esa despoblación, y en suma, esa falta de emprendimiento que nos ahoga.

Castilla se duerme y se muere y es irrelevante para muchos otros, puesto que los tambores asiáticos y sus dragones devoran atrozmente. Los campos de Castilla ya no bastan por sí mismos, tampoco los rebaños de ovejas. Porque el futuro está en manos de nuestros hijos. Y es tiempo de alimentarlos con el gusto de las grandes ideas, darles piernas y una cabeza para que puedan soñar mucho y con ambición.

Si en 1521 en Villalar se ajusticiara a quienes justicia pidiera, hoy Castilla necesita de un  Canto de Esperanza. Son palabras hueras cuando la injusticia (el desempleo) acampa en nuestras vidas y está arruinando a toda una generación, cuando los mercados financieros dictan que el rico ha de serlo todavía más a fuerza de ser más desgraciado el pobre.

Por eso, por un día, me siento un poco comunero y me pinto de morado y grito: ¡Qué viva Castilla libre! ¡Qué mueran los ejércitos del opresor-tirano!

 

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