TEMPUS FUGIT: El trepa

Ni un solo momento, viejo hermoso Walt Whitman,
he dejado de ver tu barba llena de mariposas,
ni tus hombros de pana gastados por la luna,
ni tus muslos de Apolo virginal,
ni tu voz como una columna de ceniza;
anciano hermoso como la niebla
que gemías igual que un pájaro
con el sexo atravesado por una aguja,
enemigo del sátiro,
enemigo de la vid
y amante de los cuerpos bajo la burda tela.

¿Qué sucede cuándo lo damos todo y nos olvidamos de quién realmente fuimos? ¿Cuándo entregamos el amor, nuestro corazón, nuestras tripas, y para llegar bien alto perdemos aquello que nos hacía especial, lo qué más nos pertenecía? En Tempus Fugit Est, sabrán por qué. ¡Ayúdenme con el 3er Premio Bubok Alfaguara!

…O por lo menos disfruten del poema de Lorca, serán 10′ bien robados a su trajín. ¿No les parece terriblemente actual?

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TEMPUS FUGIT: La madurez


«El modo en que un hombre acepta su destino y todo el sufrimiento que éste conlleva, la forma en que carga con su cruz, le da muchas oportunidades —incluso bajo las circunstancias más difíciles— para añadir a su vida un sentido más profundo. Puede conservar su valor, su dignidad, su generosidad. O bien, en la dura lucha por la supervivencia, puede olvidar su dignidad humana y ser poco más que un animal, tal como nos ha recordado la psicología del prisionero en un campo de concentración. Aquí reside la oportunidad que el hombre tiene de aprovechar o de dejar pasar las ocasiones de alcanzar los méritos que una situación difícil puede proporcionarle. Y lo que decide si es merecedor de sus sufrimientos o no lo es.» (VIKTOR FRANKL)

Y mi breve relato sobre la madurez comienza así:

«Juan P. fue cesado en su puesto de gerente del Banco Integral casi rondando la cincuentena. Fue así de sencillo, así de simple, cualquier día de otoño le llamaron y negoció una salida digna de aquella corporación que lo había amamantado durante las últimas dos décadas. La contraprestación aunque no muy cuantiosa le permitiría desligarse emocionalmente de las muchas cosas que nos obligan a levantarnos con los ojos indignados, a sudar de madrugada para reconocer en nuestro destino un sin sentido que peligra…»

Porque la madurez es un proceso sorprendente. Es mirar siempre para delante y sacar de la mochila un librillo del que tenemos que escribir las siguientes hojas por necesidad. Viktor Frankl lo sintetizó perfectamente. Esta es nuestra libertad máxima, la libertad interior para decidir cómo será nuestro camino. Madurar no es envejecer. Es una parte de la fórmula pero es, creo, la que menos pesa. Y en nuestras empresas la vejez suena a peligro, y la madurez a cosa rancia, a persecución. Pero en este destino siempre hay muchos filos, y habrá que rebuscar en ellos como dice Viktor Frankl.

¡TEMPUS FUGIT EST!

El resto del cuento lo puedes terminar de leer gratis de la edición que realizo para el “3er premio Bubok Alfaguara”. Te invito a ello, te gustará.

PD. La foto, otra pequeña obra de arte de Julián Madroño. Muerte entre las flores.

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TEMPUS FUGIT: Requiem por la canción quebrada

«Andrés (viejo espartano), Andrés (astuto gladiador), que bebe y cabalga a las mujeres, que toma su dinero y lo convierte en arrobas de galas y éxito ¿qué vino a perderte si  todos apostamos por ti en casa?, ¿qué te pasó, si todos los enemigos pagaron ya sus tributos?¿Por qué nadie acude con la masa panadera a tus funerales?»

Requiem por la canción quebrada nació y desapareció muchas veces en mi cabeza. Se perdía entre los ficheros del ordenador y renacía para esconderse de nuevo. Así por años. Finalmente se trasmutó en un relato mágico. También cínico, y feroz. Habla del consumo, del agotamiento de los valores. Del vaciamiento hasta morir. Cuentan del gestor empresarial que se pasó la mañana y la tarde de su último día despidiendo a toda su plantilla. Y luego le tocó su turno, era evidente. También cuentan algunos la historia del despiadado jefe de producción que murió el día de su prejubilación, justo enfrente de los tornos de la factoría. Duramos hasta que nuestra misión asignada se nos agota. Entonces, desnudos, sale a relucir lo que somos y si es poco o nada lo que queda… pues…

«La frialdad del corazón de los hombres rivaliza con la piel de los muertos. Larga vida a los condenados a ser escuchados por mutantes del espacio, a los montañeros entretenidos en las cumbres, a los torticeros de las multitudes, a los agónicos que dejaron de fumar a tiempo. A todos nosotros nos llegará el tiempo de las peras maduras, será entonces cuando habremos de sumar o restar la cuenta». O algo parecido. Siempre sucede lo mismo. Nadie recuerda las palabras exactas. Por eso, sea cual fuese la ofensa, el laudatorio es recibido firme, y el sucinto cortejo abandona con prontitud la fila, te abandonan y te dejan humildemente solo, descompuesto, para así depurar la parva noche perdonada.

Esta es nuestra canción quebrada. La nota que se fractura y es interrumpida por el silencio.

Descárgatelo en Tempus Fugit Est

¡Ayúdame con el 3er Premio Bubok-Alfaguara!

PD: Foto gracias a Julián Madroño

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TEMPUS FUGIT EN ALFAGUARA

Bueno… o casi: Depende de un poco de ti.

Me presento con TEMPUS FUGIT EST al 3er premio Bubok y Alfaguara.

Una colección de relatos y una mirada crítica y divertida a los actuales libros de empresa. Unos pequeños bocados a la felicidad que buscamos diariamente en las oficinas y por la que nos pagan. Una reflexión sobre los sueños, las aspiraciones, el éxito, el amor y… la muerte. Casi todo sucede en la empresa, es el nuevo campo de batalla del siglo XXI. Y sus novelas, las nuevas novelas de caballerías. Aquí en la empresa el tiempo es breve y se nos obliga a levantarnos muy pronto y dejar pedazos o tal vez completa toda nuestra vida…

Y ahora les pido ayuda: sean mis lectores por un instante, vayan a Bubok y descarguen mi libro. Es gratis, leanlo hasta donde puedan, hasta donde lleguen. Sólo quiero sustraer el breve tiempo que les permita sus ocupaciones… y quizás abran así la puerta a Alfaguara. Que será la suya.

Ójala les aproveche.

TEMPUS FUGIT EST

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La marcha del millón

Hay momentos donde la palabra libertad acelera la historia. El poder recalcitrante se tambalea, los viejos socios deben avandonar el trono.
Hay quien piensa que un par de tijeras serían suficientes. Que no sabríamos lo que sucede allá dentro. Y sin embargo no es un caja negra. Tenemos oídos. Sabemos lo que sufren. Lo que piensan. Ya no hay fronteras, ni mar Mediterráneo. Somos uno. Somos Egipto.

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La obsolescencia programada

Yo antes me creía un buen ingeniero. Ahora soy un mercader. Los mercaderes aman la hermosura de las monedas y su brillo dorado. Aman sobremanera el devenir de las empresas y sus numeritos azules. Aman la inutilidad dirigida al consumo y la fidelidad de su clientela mal entendida como un coito recurrente: la puta perfecta que te pagase por su fornicio.
Los ingenieros desearían construir un mundo perfecto. Los mercaderes venderlo. Los ingenieros gozan del número y del puente romano. Los mercaderes gustan del barrizal transitado.
Hay días que sueño con mi antigua escuela de ingenieros. Recuerdo sus magníficos profesores y todo lo que aprendí allí. Reconozco las bondades de la tecnología, la felicidad del progreso perenne. Las ventajas de su uso digno. Quisiera entonces edificar una plaza con una gran estatua, poner paredes y llenarla de todo aquel conocimiento que todavía atesoro. Pero luego me despierto asustado porque me doy cuenta que lo que realmente necesito es dinero. Dinero para saldar mis deudas. Que soy un vendedor que sale al mercado, y que mis ventas alimentadas no pueden ser jamás de sueño, y son torpe obligación para alimentar así mis días, y poder dormir un poco más despreocupado, o tal vez casi a pierna suelta (según su resultado), recordando la gentil escuela de ingenieros donde una vez fui niño.

Por eso participio de la quermese de la obsolescencia programada.

Recomendado: Documental emitido el pasado 9 de enero, en la 2 sobre el consumismo y la vida limitada de los productos que compramos. Muy recomendable, reservaros 1 hora.

Comprar, tirar, comprar

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¡Manifiesto 2011!

Cuando por fin nos hallemos cansados de gruñir y de gritar, serán entonces los tiempos del trabajo prospero.

Porque de flagelarse únicamente se puede vivir un tiempo, como del sin-comer y del sin dormir tan sólo se adelgaza o se muere.

Que la sinrazón del pesimismo dura lo que dura un café caliente.

Que la razón de la prosperidad conduce sin límites al que forma progreso constante.

Los políticos pagan sus nóminas con lujurias y tesoros de préstamo. Hay discursos que son pagados por la miseria.

Hay veces que merece la pena decir “ya basta”. Que se nos oiga tan fuerte que no quepa espacio para juntar otras palabras distintas.

Y la fuerza se dirija a su sí rotundo.

Manifiesto mi interés por sumar y multiplicar y ser luz y devolver vida a la vida.

Pasad la palabra.

Feliz 2011

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Navidad en el acantilado

>Aquel tarde, desobedeciendo a sus padres, ella se sentó al borde mismo del acantilado. Dejó sus piernecillas mecerse sin fuerza, los cabellos amontonándose frente a sus ojos y la vista pegada al horizonte. Las nubes grises de diciembre se deslizaban cargadas de humedad y lluvias venideras. Aquella desbocada naturaleza hablaba por sí misma; le decía que tendría fuerzas para crecer, para llenarse de razones y lanzarse muy lejos y ser mejor. La pequeña niña no comprendía que su futuro, siempre dispuesto a llegar, tejía sus raíces en aquel preciso instante.

Si hubiera permanecido más tiempo el vendaval le abría arrojado al océano. Habría desaparecido entre las olas y su nombre habría sido borrado de la faz de la tierra: habría muerto ahogada. Pero aquella misma inspiración, aquella que le hizo alcanzar su oráculo enclavado entre los riscos, también fue quien le guió para abandonar el lugar y volver a casa, justo a tiempo para llegar a la cena de Navidad.

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La historia

>Hubo que tomar una determinación:

A veces el camino no llegaba a ningún lado. Era una puerta cerrada. Costaba darse la vuelta porque cada uno de aquellos retrocesos eran siempre más y más dolorosos. En sueños se imaginaba la salida, pero solía olvidarla momentos después de levantarse, mientras calentaba la leche en el microondas. Era todo un jaleo. Había leído mucho y creía que detrás de aquellos libros se escondía la razón única. La verdad verdadera. El real mandamiento que sabría validarlo sobretodo.

Por eso y por muchas otras razones siempre quiso escribir una historia apasionante. Una historia que atesorase una poderosa razón para seguir con su mundo, para seguir con aquel peso, para seguir adelante con sus mentiras, con su mierda, con su estulticia.

Tenía que dignificarse con un cuento. Y está era, pues, su historia…

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Telecos por el mundo

>Rompo mi silencio con esta breve reseña.

Me pidió un antiguo compañero y ahora profesor de la Universidad de Valladolid que escribiera unas líneas sobre mi experiencia y rumbo profesional en su blog de “Telecos por el mundo”.

Allí él intenta ayudar a sus alumnos, aquellos que comienzan su andadura de estudios y necesitan ver alguna luz al final del camino.

Recuerdo mis primeros días en la Uni. En la Facultad de Ciencias (allí tuvimos las primeras clases). Hace ya su tiempo. Los techos altos, las clases con escaños. Las pizarras de tiza. Sé que han cambiado muchas cosas desde entonces. El temario ni se le parece.También los laboratorios son otro mundo.

El ingeniero, pegado a la tecnología, ajeno al tran-trán de la vida es un animal extinto. Porque las grandes transformaciones nacen cuando tienen un sentido práctico, sencillo y real. Me alegro mucho de haber dado este paso, y mi mente se configura con muchos de los paradigmas o modelos o estructuras (como lo queráis llamar) que aprendí allí.

¡Larga vida al ingeniero!

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